Monte Kailash se alza en el remoto oeste del Tíbet como una cumbre envuelta en misticismo y veneración. Con sus 6.638 metros de altura sobre el nivel del mar, esta montaña permanece intacta desde tiempos inmemoriales, nunca pisada por alpinistas debido a su carácter sagrado. De hecho, es considerada la montaña más sagrada de Asia, un lugar prístino que la humanidad prácticamente no ha osado perturbar. Hasta cinco religiones – hindúes, budistas, jainistas, (incluso ciertas corrientes sij) y la fe Bön – veneran al monte Kailash. A pesar de su imponente altura, lo que más destaca es su forma piramidal casi perfecta y su aislamiento en la meseta tibetana, cualidades que han convertido a Kailash en símbolo espiritual y destino de peregrinación para miles de devotos cada año.
Ubicación geográfica y características físicas
El monte Kailash forma parte de la cordillera Gangdisê, en la región de Ngari, al extremo occidental del Tíbet. Se encuentra cerca de la frontera triple entre China, India y Nepal, dominando el altiplano tibetano. En sus alrededores nacen algunos de los ríos más largos y caudalosos de Asia, como el río Indo, el Sutlej, el Brahmaputra y el Karnali (afluente del Ganges). Al pie de la montaña se extiende la planicie donde reposan dos lagos gemelos de gran simbolismo: Manasarovar y Rakshastal. El primero, de contorno redondeado, es un lago de agua dulce asociado al Sol y considerado santo en varias tradiciones; el segundo, de forma curva, es de aguas salobres y se asocia con la Luna y antiguamente con fuerzas negativas.
En conjunto, el paisaje de Kailash resulta sobrecogedor: la montaña exhibe cuatro caras escarpadas, orientadas casi perfectamente hacia los puntos cardinales. Sus laderas exhiben franjas horizontales de roca y nieve que, vistas desde la distancia, forman el patrón de una esvástica natural con la luz del sol, detalle que alimenta su carácter místico. Kailash se eleva en solitario, lejos de otras cumbres de altura similar, lo que realza su figura majestuosa contra el cielo. Esta singular montaña, a diferencia de los picos vecinos del Himalaya, nunca ha sido escalada; no existen intentos registrados de ascensión, en deferencia a las creencias religiosas que la rodean. Su cima permanece inviolada como un santuario natural, un recordatorio de la pequeñez humana ante lo sagrado.
Significado religioso y espiritual del Monte Kailash
Monte Kailash ocupa un lugar central en la cosmovisión de múltiples culturas y religiones de Asia. Desde la India hasta el Tíbet, diferentes tradiciones han otorgado a esta montaña un rol sagrado único. A continuación exploramos su importancia en las principales religiones que la veneran.
Monte Kailash en el hinduismo
En la tradición hindú, el monte Kailash es conocido como la morada del dios Shiva, el “Destructor” en la trinidad divina. Según la mitología, Shiva reside en la cumbre de Kailash en eterna meditación, acompañado de su consorte la diosa Parvati. Para muchos hindúes, esta montaña no solo es la casa de Shiva, sino también un símbolo del paraíso y el destino final de las almas liberadas del ciclo de la reencarnación. La creencia popular afirma que Kailash representa físicamente el lingam de Shiva, mientras que el lago Manasarovar a sus pies personifica la yoni de Parvati.
Los textos sagrados hindúes abundan en referencias a Kailash. En los Puranas, por ejemplo, se describe este monte como el eje del mundo, el pilar central del mándala universal alrededor del cual todo gira. Sus cuatro caras se dicen hechas de piedras preciosas: cristal, rubí, oro y lapislázuli. De él fluirían, según estas escrituras, cuatro ríos que dividen el mundo en las cuatro regiones cardinales. Esta concepción mítica identifica a Kailash con el Monte Meru, la montaña cósmica de la cosmología hindú.
Monte Kailash en el budismo
Para los budistas, especialmente en el Tíbet, Kailash también posee un significado profundo. En el budismo tibetano se le llama Kang Rinpoche (“Preciosa Joya de Hielo”) y se le asocia con el Monte Meru, considerándolo el eje cósmico del universo. Muchas corrientes budistas ven a Kailash como el hogar terrenal de importantes deidades. En el budismo tántrico, por ejemplo, se cree que en su cima reside Chakrasamvara, un Buda celestial que personifica la dicha suprema. Asimismo, tres picos menores que rodean Kailash son identificados simbólicamente como las moradas de bodhisattvas compasivos.
Un relato popular del folclore tibetano vincula a Kailash con la historia de la llegada del budismo al Tíbet. En el siglo XI, el yogui budista Milarepa viajó hasta esta montaña para enfrentar en un duelo de poderes al chamán Naro-Bonchung, campeón de la antigua religión Bön. Según la leyenda, ambos maestros compitieron por ascender la montaña, pero Milarepa ganó invocando su poder y cabalgando un rayo de sol hasta la cima, simbolizando la victoria del budismo sobre la fe antigua.
Monte Kailash en el jainismo
La religión jainista también sitúa al monte Kailash dentro de su mapa sagrado. Los jainistas se refieren a esta montaña como Ashtapada, que significa “ocho peldaños”. Según las escrituras jainas, fue en la cumbre de Kailash/Ashtapada donde Rishabhadeva, el primero de los 24 Tirthankaras, alcanzó la liberación espiritual definitiva. Por ello, el monte es reverenciado como un lugar de iluminación en la fe jaina.
Monte Kailash en la religión Bön
La fe Bön, religión ancestral del Tíbet anterior a la llegada del budismo, tiene en Kailash su montaña más venerada. Para los seguidores del Bön, el monte Kailash – al que llaman Tise – es la morada de la diosa del cielo Sipaimen. En la mitología bönpo, Kailash ocupa el centro del legendario reino de Zhang Zhung. Se refieren poéticamente a Kailash como la “Montaña de la Esvástica de Nueve Pisos”, representando un eje cósmico de nueve niveles que conecta el cielo, la tierra y el inframundo.
La peregrinación al Monte Kailash (Kora)
Cada año, miles de personas de diversas creencias emprenden el arduo viaje hacia el Monte Kailash. La peregrinación a Kailash, conocida como kora, consiste en circunvalar a pie la montaña sagrada, recorriendo un sendero de aproximadamente 52 kilómetros. Se cree que este ritual purifica el karma y trae buena fortuna.
El recorrido atraviesa valles y pasos de alta montaña. El punto más elevado es el Paso Dolma La, a unos 5.630 metros de altitud. Hinduistas y budistas realizan la kora en sentido de las agujas del reloj, mientras que jainistas y bonpos la hacen en sentido contrario. Algunos peregrinos la realizan con postraciones completas, lo que puede tomar semanas o meses.
El simbolismo del peregrinaje es profundo. Completar una circunvalación de Kailash borra los pecados de toda una vida. Realizar 108 vueltas garantizaría la iluminación definitiva. Durante la ruta, los fieles recitan mantras, dejan ofrendas, y atraviesan sitios considerados sagrados.
Leyendas y mitos asociados al Monte Kailash
Alrededor de Kailash han florecido numerosas leyendas y mitos. Una de las más conocidas es la historia del rey demonio Ravana, quien intentó arrancar la montaña y fue castigado por Shiva. Otra relata que soñar con Kailash es señal de un despertar espiritual cercano.
Kailash es identificado simbólicamente como el centro del universo, un vórtice de poder. Se dice que ningún mortal puede conquistar el Kailash, y que quienes lo intentaron fueron detenidos por fuerzas misteriosas. Las comunidades locales creen que está habitado por dioses y espíritus protectores.
Prohibiciones de escalarlo y su preservación
El monte Kailash está terminantemente prohibido de escalar. Ni turistas ni alpinistas profesionales pueden poner un pie sobre sus laderas. Esta prohibición no es solo política, sino espiritual: escalarlo sería un sacrilegio.
A lo largo del tiempo ha habido intentos de solicitar permisos para su ascensión, pero siempre han sido rechazados. Incluso se dice que el Dalai Lama sugirió que solo un ser completamente puro podría escalarlo. Gracias a esta protección, Kailash ha permanecido virgen.
Kailash sigue siendo un símbolo de lo sagrado. Su protección asegura que futuras generaciones hereden un espacio sagrado vivo, cargado de misterio y espiritualidad.
En conclusión, el monte Kailash no es solo una montaña; es un templo natural, un eje espiritual, y un punto de encuentro entre las religiones y la naturaleza. Su silueta imponente, sus mitos y su respeto universal nos recuerdan que aún existen lugares en el mundo donde el ser humano se inclina ante lo divino en vez de intentar conquistarlo.
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